ALMERÍA, 8 (EUROPA PRESS)
El obispo de Almería Adolfo González, a quien el Papa Francisco retiró en mayo competencias en favor del obispo coadjutor, Antonio Gómez, ha defendido por “fructífera” su gestión de 19 años al frente de la diócesis y ha destacado el “sufrimiento” que se le “ha infligido” por “rivalidades y envidias”.
En una homilía por el aniversario de su consagración episcopal, González Montes afirma que en el discipulado de Jesús “no cabe rivalidad movida por el deseo de poder, y el manejo que manipula y subyuga sometiendo incluso por acoso y derribo para que cuanto peor le vaya a mi hermano, mejor me vaya a mi” y lamenta las “desacreditaciones y descalificaciones” que achaca a la “envidia ante los logros”.
“Las rivalidades y las envidias han sido causa de muchos sufrimientos para mi como para tantos hermanos”, traslada para aludir a que esas prácticas se debería a la “necesidad” de “eliminar los obstáculos que impiden el protagonismo en exclusiva”.
González Montes, quien advierte de que “no se puede acomodar a los deseos de cada generación el anuncio del Evangelio, señala que ante “esas rivalidades y envidias” solo le resta decir que sabe que “obedeciendo, sigo el camino de Cristo”.
“Aun cuando no fuera justo el sufrimiento que se me ha infligido, tengo firme convicción de que no hubiera sido posible sin la complicidad de quienes lo han provocado”, remarca.
En la reivindicación de su ministerio, González Montes asegura que han sido años “ilusionados de generosa dedicación al ministerio pastoral sin reservas, años fructíferos que han hecho posible un cambio muy profundo de las condiciones de una Iglesia diocesana que, a mi llegada, requería estructuración y consolidación espiritual y material”.
“Ha sido decisión conscientemente asumida continuar la labor de mi predecesor y consolidar los logros de su pontificado, apostando con mi propio genio y saber por todo cuanto han exigido de mí los años que me ha tocado ser pastor de esta Iglesia”, indica para destacar que a él correspondió “trasladar la comunidad de seminaristas mayores a la capital diocesana, devolviéndola a Almería después de un cuarto de siglo en Granada, hondamente afectada por la crisis eclesial”.
Cabe recordar que entre los cambios previstos por el obispo Antonio Gómez, quien ha sometido a un completa reestructuración los cargos de la diócesis, estaría el cierre del actual Seminario de Almería.
González Montes estima que “la necesidad de santidad que tenemos todos los ministros ordenados hace necesaria una formación acorde con la mente de la Iglesia y de la necesidad pastoral de cada momento y situación” y advierte de que hay una situación “de caída de las vocaciones sacerdotales y ministeriales en general, de pérdida de las vocaciones a la vida consagrada.
“Sólo podremos salir de esta crisis con el empeño de todos los diocesanos y sin escatimar compromisos y medios porque vocaciones sacerdotales y la formación sacerdotal tienen su lugar propio en la diócesis e ignorar los errores del pasado es arriesgarse a repetirlos, o peor aún: predisponerse a cometerlos de nuevo”, apunta.
En su homilía, González Montes remarca que en su mandato “se ha favorecido poniendo los medios necesarios e ilusionando a los jóvenes” y critica que se este apelando “a los laicos para suplir la insuficiencia de sacerdotes y diáconos”.
El decreto del Papa Francisco atribuyó “exclusivamente” en mayo a Gómez Cantero “los derechos, oficios y facultades” que competen de acuerdo a la normal legal al Obispo Diocesano. Señalaba que la decisión que defenestraba a González Montes se adoptaba para “proveer el gobierno” de la Iglesia en Almería “teniendo presentes las circunstancias peculiares que se dan”.
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